NUEVO ESPACIO PARA COMPARTIR

En esta foto se ven las montañas "abriendo sus puertas" para que entre la ruta y el río juntos al pueblo, quizás el más lindo de la Argentina, colgado al pie de esa piedra impresionante que es el cerro Fitz Roy.
Ese pueblo que nos invita a pasar es El Chaltén, en la patagónica Santa Cruz.
Esta página, es como esa puerta, que permite mirar en el lugar en que subo algunas de las cosas de mi archivo personal, que me acompaña a todas partes. La mayor parte de ellas, pertenecen a otra gente; otras, las menos, son propias.
Algunas, a algunos cercanos a mi vida, a mis afectos. A una parte de ellas, algunos hábiles talentosos les han puesto música.
Otras no la precisan.
Seguiré buscando y subiendo otras cosas por allí, nuevas y no tanto, las que de a poco se irán haciendo mías también.
Espero que las disfruten tanto como las disfruto yo.
Y si quieren subir algún comentario, será bienvenido..!
(rt)




viernes, septiembre 17, 2010

SE NOS FUE JORGE CANOVA (Raúl Tellechea)

Se está yendo este año desgraciado, este año de mierda que se llevó tantas cosas.
Estoy todavía dando vueltas alrededor de la idea de que se fue Jorge Canova, y no hay forma de encontrar un porqué...
No la hay.
No debe haberla.
El misterio se repite, y los que tienen fe pueden encontrar razones que hablan del cielo y qué se yo cuántas cosas improbables en esta hora.
Lo concreto, lo inamovible, es que Jorge no está más entre nosotros.
Lo demás, es cartón pintado.
El problema de los que no tenemos fe es que siempre, desgraciadamente siempre, en estos momentos nos falta una herramienta para desatar el consuelo de algo que no puede explicar nadie desde lo racional.
Y nos sentimos un poco más solos que el resto.
No voy a hacer una apología de mi amistad con Jorge, porque nunca adquirió el carácter de tal, debido a que no tuvimos oportunidad de compartir muchas más cosas de las que hemos compartido nosotros.
Pero siempre sentí algo especial por él: era un buen tipo, traslúcido, se percibía en seguida que era así, natural.
Siempre fue, para mí, un ejemplo de un tipo guapo, pero guapo en el sentido valioso de la palabra, no un matón.
Siempre lo vi junto a los que estaban con él, especialmente en las malas, donde era un tipo bravo como el que más.
Y tipos como él me han servido de ejemplo de lo que quise transmitirle alguna vez a mis hijos, aunque parezca extraño.
Puedo decir con orgullo que el ÚNICO trofeo que gané en mi vida al fútbol lo gané con Jorge. El patio de San Alfonso fue testigo.
Y el trofeo lo tengo yo, después de muchos años de buscarlo.
Y fue una alegría verlo ser técnico campeón con Midland, tanto como para tirar al carajo mi decisión de no ir más a la cancha y terminar en un lugar jodido si los hay, como es Libertad, o la misma cancha de Estudiantes en La Plata, donde no nos importaron algunos tiros que volaban por ahí... Lo íbamos a ver a Jorge, nada más. De alguna forma, nos sabíamos leales, incondicionales.
Entendíamos que ese era el lugar en donde debíamos estar.
Habíamos crecido con esas consignas en el barrio. No tiene importancia si están escritas; no creo, no hay manual de eso.
Se aprenden en muchas noches compartidas, en madrugadas donde tejemos una amistad que no hay forma de describir. O sí. Los amigos que se amasan en esas circunstancias son hermanos elegidos por uno. Allí no hay sangre que valga.
Y Jorge era eso: un hermano grande, que nos contagiaba con esa risa imponente, esos dientes de ratón y los ojos chiquitos, que nos cuidaba cuando alguien nos podía poner en peligro, el tipo con el que íbamos seguros a cualquier parte, no importa dónde.
Y bueno, así son las cosas.
No habrá consuelo para el hecho de no poder cruzarlo otra vez, acá, entre nosotros.
La vez que fuimos a verlo a Midland, percibí, sentí, que algo se había apagado en él, que no era el mismo que exteriorizaba todo, ampuloso. Me mentí que, bueno, el paso del tiempo, nos aplaca a todos, y qué se yo cuánta pavada.
Pero no me pude engañar. Para mí, Jorge había dejado un cacho de vida cuando se fue Emiliano. Y no podría saber ninguno de nosotros (ojalá nunca lo sepamos...) qué se siente en una circunstancia así.
Pero a mí me pareció verlo.
No quiero recordarlo con tristeza. Jorge no era un triste.
Hoy voy a levantar mi copa por él. En alguna estrella andará, riéndose con Lea y su mandolín, con mi viejo peleando con los basureros del cielo, con Emiliano y su pachorra, con Negri al arco, esperándonos para que subamos a jugarnos un picado, con los amigos de siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario