NUEVO ESPACIO PARA COMPARTIR

En esta foto se ven las montañas "abriendo sus puertas" para que entre la ruta y el río juntos al pueblo, quizás el más lindo de la Argentina, colgado al pie de esa piedra impresionante que es el cerro Fitz Roy.
Ese pueblo que nos invita a pasar es El Chaltén, en la patagónica Santa Cruz.
Esta página, es como esa puerta, que permite mirar en el lugar en que subo algunas de las cosas de mi archivo personal, que me acompaña a todas partes. La mayor parte de ellas, pertenecen a otra gente; otras, las menos, son propias.
Algunas, a algunos cercanos a mi vida, a mis afectos. A una parte de ellas, algunos hábiles talentosos les han puesto música.
Otras no la precisan.
Seguiré buscando y subiendo otras cosas por allí, nuevas y no tanto, las que de a poco se irán haciendo mías también.
Espero que las disfruten tanto como las disfruto yo.
Y si quieren subir algún comentario, será bienvenido..!
(rt)




jueves, abril 28, 2011

LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA, de Luis Alberto Spinetta

El vino entibia sueños al jadear,
desde su boca de verdeado dulzor
Y entre los Libros de la buena memoria
se queda oyendo, como un ciego frente al mar.

Mi voz le llegará, mi boca también.
Tal vez le confiaré que eras el vestigio del futuro.

Rojas y verdes luces del amor
prestidigitan bajo un halo de rush.
Qué sombra extraña te ocultó de mi guiño,
que nunca oíste la hojarasca crepitar?

Pues yo te escribiré, yo te haré llorar.
Mi boca besará toda la ternura de tu acuario.

Más si la luna enrojeciera en sed,
o las impalas recorrieran tu estante.
No volverías a triunfar en tu alma..?
Yo sé que harías largos viajes por llegar.

Parado estoy aquí, esperándote.
Todo se oscureció. Ya no sé si el mar descansará...

Habrá crecido un tallo en el nogal.
La luz habrá tiznado gente sin fe.
Esta botella se ha vaciado tan bien,
que ni los sueños se cobijan del rumor.

Licor no vuelvas ya, deja de reír.
No es necesario más: ya se ven los tigres en la lluvia.

sábado, abril 16, 2011

LAS MANOS DE MI MADRE, de Peteco Carabajal

Las manos de mi madre son como pájaros en el aire,
historias de cocina entre sus alas heridas de hambre.
Las manos de mi madre saben qué ocurre por las mañanas,
cuando amasa la vida, horno de barro, pan de esperanza.

Las manos de mi madre llegan al patio desde temprano
todo se vuelve fiesta cuando ellas vuelan junto a otros pájaros,
junto a los pájaros que aman la vida, y la construyen con el trabajo
arde la leña, harina y barro, lo cotidiano se vuelve mágico.

Las manos de mi madre me representan un cielo abierto
y un recuerdo añorado, trapos calientes en los inviernos.

jueves, abril 14, 2011

DIOS Y EL DIABLO EN EL TALLER, de Adrián Abonizio

Dios y el diablo van susurrando cosas a mi espalda,
la virgen en camisón se pasea, y del lado de la fábrica
suena un motor.
Sus bicicletas húmedas descansan en el pasillo,
el invierno vino colorado pero esta vez no hay vino,
para los dos.

Son dos desocupados más, lo justo se hizo moda
y el verso casi un verso de verdad, y el trabajo una zona que no está

Aburridos jugadores con los naipes marcados siempre en el siete,
la radio que habla sola y que trasmite el empate de Ferro y de Platense
cero a cero.
Se prohibe hablar del mundo en esas salas,
Dios y el Diablo van remendando madrugadas,
y no entiendo nada.

La virgen como mujer, los engaña, los consuela,
y les dice que a la vuelta siempre hay que pagar
Muchachos, hay que comer, salgan para el taller.

El diablo que se aburre, que hace sebo, que va al baño y fuma un caño
Dios, buen operario, cuida el puesto y entre dientes silba un tango
que habla de él.

"Vamos donde hay sol..!"
El Diablo que conoce mil lugares donde hay minas y algo como amor.

Dios dice "Hay que aguantar..!".
A mí con la hora extra ya me alcanza para hacerme un viaje a pie a Lujan.
Y cerca de las seis el pito que resuena en el tinglado entristece mucho más.

LOS QUE NO SALEN EN LA FOTO, de Arturo Pérez Reverte

También están ellos.
Y ellas, como diría algún ministro imbécil.
Los que no fueron a buscar nuevos campos de batalla para sus empresas. La pobre y maltrecha infantería que no es fiel sino a sí misma; y eso sólo cuando puede.
Los mercenarios en busca de un amo que les dé de comer, sea quien sea: cualquiera que asegure dos mil euros al mes y un futuro a corto o medio plazo.
Los que no se van con ademán heroico sino por la puerta pequeña, discretamente, dejando atrás a padres, madres y novios que los echan de menos.
Alejándose para mucho tiempo de la gente querida, a la que, muy de vez en cuando, visitan en vacaciones cada vez más cortas, sabiendo que no podrán estar con ellos cuando vayan al hospital, o mueran; y a los que, si alguien avisa con tiempo, quizá lleguen a acompañar en su entierro.
Aunque también puede ocurrir que haya suerte, y los padres, o el perro que acompañó su vida durante diez o doce años, esperen a morirse cuando están en casa, de vacaciones.
Se llaman María, Noemí, Héctor, Manolo.
Tienen cerca de cuarenta años, se fueron de España hace tres o cuatro, y no salen en los dominicales de los diarios: en esos patéticos reportajes dedicados a convencernos de lo orgullosos que debemos sentirnos de que el mundo esté salpicado de jóvenes españoles que se buscan la vida fuera.
A su edad no son tan fotogénicos.
No lucen posando con bata de laboratorio en Oslo, con gorro de cocinero en Berlín, con camiseta de baloncesto en Nueva York.
Ni siquiera valen para la foto en EPS o XLSemanal de camarero guapo y veinteañero que friega platos, sólo de momento, en un local de moda de Londres o Nueva York; entre otras cosas porque ni son veinteañeros ni guapos, y cuando friegan platos o sirven mesas, a su edad, puede ser para toda la vida.
Son seres vencidos sin segunda oportunidad, que saben lo seguirán siendo, sin remisión.
Sin otro anhelo que no ir a peor. No ir a menos.
Por ahí afuera andan, a miles.
Su generación ni siquiera es la de los aeropuertos, el ordenador portátil y el hotel barato, a la caza de mercados aunque sean modestos.
La suya es la del billete de ida, de las hipotecas imposibles de pagar.
La generación engañada por el espejismo y la irresponsabilidad de quienes pudieron hacer un país culto, trabajador y decente, y no lo hicieron.
De quienes, respaldados en las urnas por ilusiones y sueños de futuro, tenían la obligación de encauzar esto y no supieron, o les importó una mierda; y ahora siguen ahí, impasibles, cobrando el sueldo del partido, trincando los favores hechos a compadres.
Sin que nadie les diga fue por tu culpa, cabrón.
Sin que nadie, al cruzárselos cuando salen del restaurante de lujo o de dar conferencias, con esa cara de cerdos que les han puesto los años, la pasta, el estatus y el coche con chófer que nunca perdieron, les parta la cara.
Sus víctimas se fueron, eso es todo.
Sin hacer ruido, como digo.
Fueron cuarenta en clase del instituto y doscientos en el aula de la facultad, y todo para conseguir un título universitario que a nadie importa un carajo.
Que nadie les dijo que no sacaran.
Los sentenciaron a la cola del paro y les preguntaron mil veces, cuando eran mujeres, si estaban embarazadas o tenían hijos, en grotescos simulacros de entrevistas de trabajo.
Por su edad les habría correspondido agachar la cabeza, aceptar mil euros al mes, cerrar la boca, poner el culo -o el coño- y desangrarse con la hipoteca del piso y las letras del coche, como todo cristo.
Tragar y sobrevivir once meses soñando con el duodécimo de vacaciones baratas en Cancún. Se trataba de eso, o de tener el coraje, la desesperación, de organizarse con sus iguales para incendiar esta España de mierda.
Para conseguir, al menos, que los culpables tuviesen miedo o lo pagasen caro.
Pero eso resulta más fácil escribirlo que hacerlo; así que optaron por lo razonable: largarse de aquí.
Alejarse, sacudiendo de los zapatos el polvo de este paraje ingrato, envidioso y miserable, históricamente enfermo.
De esta ruin madrastra y sus turbios, desvergonzados, impunes secuaces.
Por eso están fuera, y no volverán si pueden evitarlo.
Hicieron lo más difícil, que fue saltar al vacío, echarse el macuto al hombro, internarse en territorio hostil, desconocido. Se buscaron la vida lo mejor que supieron, y así sobreviven, comen caliente, rehacen como pueden sus maltrechas vidas.
Ni siquiera pretenden ya reconciliarse con esta triste España que los echó a patadas.
Si van a morirse lejos, tan solos como viven, por ellos puede pudrirse esta mala perra.

COMO DOS EXTRAÑOS, de José María Contursi y Pedro Laurenz

Me acobardó la soledad
y el miedo enorme de morir lejos de ti.
¡Qué ganas tuve de llorar,
sintiendo junto a mí, la burla de la realidad!

Y el corazón me suplicó
que te buscara y que le diera tu querer.
Me lo pedía el corazón,
y entonces te busqué, creyéndote, mi salvación.

Y ahora que estoy frente a tí,
parecemos, ya ves, dos extraños.
Lección que por fin aprendí,
cómo cambian las cosas los años..!
Angustia de saber muerta ya,
la ilusión y la fe.
Perdón si me ves lagrimear,
los recuerdos me han hecho mal.

Palideció la luz del sol
al escucharte fríamente conversar.
Fue tan distinto nuestro amor,
y duele comprobar que todo, todo terminó.

¡Qué gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas al volver,
burlándose de mí, las horas de ese muerto ayer...

lunes, abril 11, 2011

ESE MONUMENTO DE PAPEL. de Arturo Pérez Reverte - 4.4.11

Pues resulta que voy a la librería de Antonio Méndez, en la calle Mayor, y le digo:
"oye, compañero, ¿tienes la Biblia nueva que acaba de sacar la Conferencia Episcopal?"
Y Antonio, que es amigo hace veinte años, me mira de reojo y dice:
"te veo chungo, maestro, una Biblia a tus años. De qué vas, Tomás. ¿Has visto la luz, o qué?"
Y yo le respondo que:
"menos choteo, chaval, o la compro en el Corte Inglés. Grandes superficies, que se dice ahora. Y además quiero dos, una para regalar..."
"Pues la tengo que pedir porque no la tengo", redunda Antonio.
Y yo le digo:
"debería darte vergüenza. Un librero sin Biblia nueva en el escaparate. Ya sé que no vas a misa ni yo tampoco, y que monseñor Rouco y sus mariachis te caen, como a mí, igual que una patada en el duodeno. Pero no estamos hablando de opio del pueblo, ni de tocapelotas nietos de Trento, ni de estragos históricos y sociales, sino de cultura, chaval, que para ser librero no te enteras. De uno de los caudales de sabiduría que nos hizo lo que somos, cóscate, Viejo y Nuevo Testamento, cultura judeocristana que, combinada con el Islam mediterráneo, Grecia, Roma y toda la parafernalia, hizo lo que llamamos Europa y de rebote Occidente: sitio que lo mismo también te suena, Antoñete; aunque a esa vieja Europa, en tiempos referente moral del mundo, cuna de derechos humanos y crisol de cultura, ya no la reconozca ni la madre que la parió... Dicho en lenguaje de librero, para entendernos, te hablo del mayor bestseller de la Historia, necesario para quien pretenda estar al tanto de lo que es y lo que hace. Para tenerlo tan a mano como a Cervantes, Shakespeare y Montaigne: cuatro patas de la mesa donde algunos apoyamos los codos cuando estamos cansados. No sé si me explico..."
Concluida la guasa entre Antonio y yo, una semana después tengo al fin esa nueva Biblia en casa; y, aparte el pequeño inconveniente de maldecir en arameo el tacto áspero de su encuadernación en tela bajo las guardas -la tela en los libros siempre me dio dentera-, disfruto con sus páginas de papel sutil y agradable al tacto, la limpia tipografía y el peso reconfortante del volumen en las manos. Es un hermoso ejemplar con la nueva traducción canónica de los textos sagrados al castellano, que será utilizada en todos los actos litúrgicos y catequéticos, o como se diga, de la Iglesia Católica de aquí.
El canon, para entendernos, de la Biblia oficial en lengua de Cervantes.
Esto lo convierte en libro de extraordinaria importancia; pues, aparte la lectura íntima que haga cada cual, su texto, leído en misa y utilizado a partir de ahora en las actividades relacionadas con el asunto, influirá directamente, en la lengua que hablan y escriben varios millones de católicos de habla hispana.
Que se dice pronto.
Pero ésa, la de la peña practicante, sólo es una parte. Al fin y al cabo, la Biblia es también, y sobre todo, un magnífico caudal de diversión, reflexión y conocimiento. Un monumento indispensable para comprender sobre qué cañamazo se tejió lo que algunos cabrones reaccionarios y gruñones como el arriba firmante todavía llamamos, con una mezcla de melancolía y de guasa escéptica, cultura occidental; dicho sea sin ánimo -o con ánimo, qué puñetas- de ofender.
En ese contexto, la Biblia es una fuente extraordinaria de relatos, aventuras, batallas, traiciones, amores, emociones y simbolismos; materia de la que hace tres mil años viene nutriéndose el mundo civilizado y que inspiró a los más grandes filósofos y artistas de todas las épocas; literatura, música, pintura y cine incluidos.
Nadie que busque lucidez e inteligencia, que quiera interpretar el mundo donde vive y morirá, puede pasar por alto la lectura, al menos una vez en la vida, del libro más famoso e influyente -para lo bueno y lo malo- de todos los tiempos.
El Antiguo y el Nuevo Testamento, para unos historia sacra y revelación divina, y para otros llave maestra de cultura e ilustración, son imprescindibles para comprender cómo llegamos aquí, lo que fuimos y lo que somos.
Compadezco a quien no tenga un Quijote y una Biblia en casa, aunque sólo sea para decorar un mueble y leer cuatro líneas de vez en cuando.
Y quien sí sea lector, que calcule. Sólo la Biblia, releída una y otra vez, bastaría para colmar una vida entera.
Y ojo: insisto en que no se trata de religión, sino de cultura.
La de verdad; no esa papilla desnatada, presuntamente educativa, impuesta por quienes legislan desde su cateta mediocridad.
Oponer prejuicios a la Biblia es como oponerlos a una catedral: no hace falta creer en Dios para visitarla y admirar su belleza.
Para sentir lo majestuoso de la memoria que atesoran sus viejas piedras..

jueves, abril 07, 2011

SÓLO ARCO IRIS, de Santiago Feliú

El cuerpo tiembla y la sonrisa queda muda,
trepando en arco iris mi timidez y mi pasión,
Me vibran frases sin sonidos:
estoy tendido ante tu piel, ante ti.

Suenan las campanas del adiós
y me colma de ansias tu pelo en despedida,
manantial de soles perfumados por la juventud,
hunde más tu boca en esta luna vacía.

Y déjame en capullos tu beso enamorado,
que no duela tu pelo en despedida.
Desátame las bridas, encaja tus pupilas
en medio de mi timidez y mi pasión.

Manantial de soles perfumados por la juventud,
hunde más tu boca en esta luna vacía.

AMIGO DIBUJO, de Santiago Feliú

Quiere jugar en mis brazos,
tan loco, a pedazos me dibuja un sol.
Quiere pintarme en la vida
juguetes y vueltas, hacerme caracol.

Quiero poder descubrirte,
montar tu velero, saber dónde vas.
Luego arrancarte la prisa,
prenderla en un sueño y echarla a volar.

Quiero encontrarme en todas tus maldades,
saber del arco iris que tejes para amar.
Luego escondernos encima de una estrella,
cantarnos los secretos, hacerte cuento o qué sé yo.

Quiero tenerte en mis manos
para musicarte la vida.

miércoles, abril 06, 2011

JI JI JI, de Carlos Solari (Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota)

En este film velado en blanca noche,
el hijo tenaz de tu enemigo.
El muy verdugo cena, distinguido,
una noche de cristal que se hace añicos.

No lo soñé, se enderezó y brindó a tu suerte.
No lo soñé, y se ofreció mejor que nunca
¡No mires por favor! y no prendas la luz...
la imagen te desfiguró.

Este film da una imagen exquisita:
esos chicos son como bombas pequeñitas,
el peor camino a la cueva del perico,
para tipos que no duermen por la noche.

No lo soñé, ibas corriendo a la deriva.
No lo soñé, los ojos ciegos bien abiertos.
¡No mires por favor! y no prendas la luz..,
la imagen te desfiguró.

El montaje final es muy curioso,
es en verdad realmente entretenido
Vas en la oscura multitud desprevenido,
tiranizando a quienes te han querido.

No lo soñé, se enderezó y brindó a tu suerte.
No lo soñé, y se ofreció mejor que nunca.
No lo soñé, ibas corriendo a la deriva.
No lo soñé, los ojos ciegos bien abiertos.
¡No mires por favor!, y no prendas la luz..,
la imagen te desfiguró.

viernes, abril 01, 2011

DEL PASADO EFÍMERO, de Antonio Machado

Este hombre del casino provinciano que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.

Aún luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés color de caramelo,
pulido y torneado.

Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte su caudal; dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.

Bosteza de política banales
dicterios al gobierno reaccionario,
y augura que vendrán los liberales,
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.

Lo demás, taciturno, hipocondríaco,
prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.

Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana.
No es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana,
de aquella España que pasó, y no ha sido.
Ésa que hoy tiene la cabeza cana...