NUEVO ESPACIO PARA COMPARTIR

En esta foto se ven las montañas "abriendo sus puertas" para que entre la ruta y el río juntos al pueblo, quizás el más lindo de la Argentina, colgado al pie de esa piedra impresionante que es el cerro Fitz Roy.
Ese pueblo que nos invita a pasar es El Chaltén, en la patagónica Santa Cruz.
Esta página, es como esa puerta, que permite mirar en el lugar en que subo algunas de las cosas de mi archivo personal, que me acompaña a todas partes. La mayor parte de ellas, pertenecen a otra gente; otras, las menos, son propias.
Algunas, a algunos cercanos a mi vida, a mis afectos. A una parte de ellas, algunos hábiles talentosos les han puesto música.
Otras no la precisan.
Seguiré buscando y subiendo otras cosas por allí, nuevas y no tanto, las que de a poco se irán haciendo mías también.
Espero que las disfruten tanto como las disfruto yo.
Y si quieren subir algún comentario, será bienvenido..!
(rt)




miércoles, agosto 24, 2011

A HOMERO, de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo

Fueron años de cercos y glicinas,
de la vida en orsay, del tiempo loco.
Tu frente triste de pensar la vida
tiraba madrugadas por los ojos...
Y estaba el terraplén con todo el cielo,
la esquina del zanjón, la casa azul.
Todo se fue trepando su misterio
por los repechos de tu barrio sur.

Vamos, vení de nuevo a las doce...
Vamos que está esperando Barquina.
Vamos, ¿no ves que Pepe esta noche,
no ves que el viejo esta noche
no va a faltar a la cita?
Vamos, total, al fin, nada es cierto,
y estás, hermano, despierto juntito a Discepolín...

Ya punteaba la muerte su milonga,
tu voz calló el adiós que nos dolía;
de tanto andar sobrándole a las cosas,
prendido en un final, falló la vida.
Yo sé que no vendrás pero, aunque cursi,
te esperará lo mismo el paredón.
Y el tres y dos de la parada inútil,
y el resto fraternal de nuestro amor...

EL CORAZÓN AL SUR, de Eladia Blázquez

Nací en un barrio donde el lujo fue un albur,
por eso tengo el corazón mirando al sur.
Mi viejo fue una abeja en la colmena,
las manos limpias, el alma buena...
Y en esa infancia, la templanza me forjó,
después la vida mil caminos me tendió,
y supe del magnate y del tahúr,
por eso tengo el corazón mirando al sur.

Mi barrio fue una planta de jazmín,
la sombra de mi vieja en el jardín,
la dulce fiesta de las cosas más sencillas,
y la paz en la gramilla, de cara al sol.
Mi barrio fue mi gente que no está,
las cosas que ya nunca volverán...
Si desde el día en que me fui
con la emoción y con la cruz,
¡yo sé que tengo el corazón mirando al sur!

La geografía de mi barrio llevo en mí,
será por eso que del todo no me fui:
la esquina, el almacén, el piberío...
los reconozco... son algo mío...
Ahora sé que la distancia no es real,
y me descubro en ese punto cardinal,
volviendo a la niñez desde la luz,
teniendo siempre el corazón mirando al sur.